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Mostrando entradas de 2007

Diana, capitulo 5

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Diana se despertó adolorida por la caída... no sabía cuanto tiempo había estado inconsciente pero sí tenía una clara noción de que estaba en un hospital, se lo decían los olores estériles y desinfectados, las sábanas extrañas, la luz y el blanco. Estiró un brazo y contempló sus largos dedos a lo lejos... ¿así que esos eran sus límites?

Diana, capitulo 17

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Pintura de  Lily Greenwood Diana no quizo abrir lo ojos a pesar de que ya estaba despierta, prefirió hundirse un rato más el la comodidad de las gentiles sábanas y fingir que seguía dormida (aunque para su engaño no había víctima). Percibió la luz a través de sus párpados cerrados que dejaban pasar un aura rojiza que le hacía traer recuerdos de siestas de la infancia y días de playa. De pronto una sombra aleteante pareció perturbar el aura rojiza, abrió los ojos rápidamente y sin moverse buscó con la mirada al rededor de su campo visual, unos segundos después volvió a pasar un aleteo por encima de su cabeza, esta vez ya no fue una sombra, era amarillo. Volteó y lo volvió a descubrir flotando desprecocupadamente por encima de su cara y de la almohada, ¡era una mariposa! pero ¿cómo había entrado?... revisó la única ventana de su cuarto, su única puerta y su único agujero en al pared, no parecían darle explicaciones al allanamiento de la mariposa. Penso que el asunto era un m...

nueve

uno encendí una vela en tu nombre esta noche, el fuego alcanza mis pestañas y las lame con suavidad, con su única lengua parpadeante dos esas manos que te cubren el rostro no son las mías, y sin embargo (en mi cuento) un par de risitas se nos escapan tres cada vez que ves que respiro cada vez que respiro cada vez reapareces cuatro se quedó ahí tirada con los huesos rotos frustrada de movimiento y de lejanía cinco decidí mirarte fijamente decidí pronunciar, para ti, mi nombre decidí conocer tus labios, tu cuerpo, tu alma decidí tomar el corazón que me ofreciste decidí dejarte al día siguiente seis - ¿en dónde estoy? - ¿pues en dónde vas a estar? ¡en tu cama! - ¿es esta mi cama? - sí, ¿qué no la reconoces? - no, nunca la había visto antes (¿crees en el destino y en los maleficios?) siete Al principio creaste mi vientre y mi pecho Dijiste "hágase tu corazón" "háganse tus manos" "hágase tu rostro" "hágase tu voz" hágase tu perdición... ocho una gota ...

Palenque

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Llegamos respirando fuerte, agitados, sudando y frunciendo el ceño por el sol … pero llegamos, y sólo por lo que vimos valió la pena, por sentir el corazón latiendo fuerte en el pecho, por sentir el fresco de la piedra y la sombra, por ver el rostro de los otros junto al nuestro. Saqué de mi alforja un cuaderno y unos colores y decidí capturar alguna imagen de la cima del templo de la cruz. Dos niños se sentaron a observar mi caja de colores mientras yo dibujaba, me pidieron que les regalara un “pénsil” (les di el azul y el morado); Los dos van descalzos y se nota que les gusta… a mi también me gustaría haber andado mi infancia descalza sobre las ruinas, sintiendo la belleza y el dolor entre los dedos.

VIII Congreso internacional de poesia y poetica

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(píquenle a la imagen para verla más grande)

"Amaneceres del husar" (fragmento)

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Del libro "Amaneceres del Husar" de la autoría de Eduardo Casar , cito un fragmento del capítulo "Encuentro con el trolebús" "El trolebús se hizo a la parada. El Husar, al abordaje, afanoso como un elefante equivocado. Pagó. Otra vez. Una vez más. De nuevo. Ahora sintió que algo se traía entre manos: era el boleto. (...) Una viejita le clavó muy hondo su mirada azul. El Husar tuvo que aprovechar la quietud de un alto para extirpársela del ojo donde se le había clavado, muy lente de contacto. La viejita se levantó para cederle el asiento, diciendo algo completamente intraducible (hay que tomar en cuenta la edad de la señora y la ley de Quilis según la cual es el mínimo esfuerzo el que empuja la lengua). --Gracias señora --se defendió el aumentado aceptando agregando: --Ya no hay caballeros. --Ya no --contestó la viejita con un dejo de firme tristeza en la voz y en el gesto otro dejo más o menos igual. --¿Le llevo sus cosas? --correspondió el Husar. -...

Diana, capítulo 12

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Diana abrió los ojos y trató de recordar, la noche anterior había sido como un sueño, dulce y tal vez húmedo. Recordaba su cuerpo desnudo, recordaba la presencia apasionada, los besos inventados, las palabras ocasionales, el placer, al calor, las manos, los sonidos, el sueño... volteó al otro lado de la cama deseando comprobar con su presencia que no había sido tan sólo un sueño, pero no encontró más que un espacio tibio, una ausencia que lo comprobó de todos modos; se levantó decidida a buscarlo, a encontrarlo en la sala o la cocina, a besarle el cuello y decirle que se sentía como un sol en su cuerpo, pero siguió encontrando su ausencia aparentemente despectiva y burlona, ¡se había ido!, la había dejado ahí desnuda y dormida esperando, ¿y qué esperaba?... una correspondencia, una señal, tal vez un beso... Tal vez ella también tenía mucho que pensar; aún así encontró ofensivo el acto de desaparición... ¿y ahora?, el sueño se estaba esfumando y una mano invisible tomó el corazón de...

Lejanía

Mi alma se quedó agarrada de sus huesos se estira entre ellos y yo por miles de kilómetros se hace delgada como una hoja y amenaza con romperse Estoy siendo tortutada en un potro trasoceánico.

Diana, capitulo 3

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Diana descubrió que la observaban desde el edificio de enfrente, se quedó ahí junto a su ventana, mirando la sombra que se asomaba desde ese otro departamento, ¿qué querría ver la sombra? Diana se soltó el largo cabello negro, se subió al grueso marco de la ventana y dejó colgar los pies por fuera, en el aire helado de invierno. Vió pequeñas calles abajo, las personitas (representando tan bien a un hormiguero), los cochecitos (representando también a algún insecto) y le gustó pensar que la sombra que la observaba tenía un nombre, le puso un nombre, y cuando alzó de nuevo la vista para reconocer a la sombra recién bautizada y ya no pudo localizar su ventana (¿cuál ventana?). Lo siguiente que recuerda es estar cayendo l e n t a m e n t e

Historia de amor #1

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El espejo me vió y supimos que estaba prohibido aceptar nuestra existencia (¿o era mi imaginación y era tan sólo un espejo?) Así como sin querer, cuando pensaba que no nos miraban, rozaba con mi hombro su suave marco plateado, le dejaba sentir mi cuerpo sobre su fría superficie, tocaba sin querer su base con mi pierna desnuda... Creo que el espejo también se daba cuenta de que yo existía (¿o sólo lo imaginé?), me daba cuenta cuando me devolvía mi reflejo antónimo y dejaba que me acercara de vez en cuando, pero siempre inherte como advirtiéndome de la imposibilidad de nuestros encuentros que nunca llegaron a concebirse más que en mis sueños diurnos. Así fue como la gente comenzó a creer que no estaba obsesionada con ningún objeto, que estaba curada, y me dejaron libre...

Apocalipsis

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Y el Hombre se pregunta qué está haciendo mal... y se toca la cabeza con la palma de la mano y mira aquella escena desastrosa... Se pregunta si todavía hay solución, si tendrá las fuerzas suficientes para resolverlo todo, si alguien quedará con vida, si quedará alguien para culparlo por todo o para perdonarlo, o para amarlo, o para quererlo, o dejarlo o matarlo... El Hombre mira todo lo que alguna vez amó, destruído, amontonado, muerto... recoge un pedazo de papel del suelo sucio y pegajoso, descubre que hay algo escrito... lo lee lentamente, con miedo de descubrir que lo que imaginaba se vuelve cierto... El Hombre sabe lo que ha hecho mal, y no puede arreglarlo.