Diana capítulo 8 (El árbol)
La profunda raíz (como una entraña) rompía la tierra y el concreto, alargaba sus puntas hacia el fondo abismal y hacia la noche luminosa, crecía desordenadamente. Nunca antes ví una raíz como esa, parecía estar luchando contra toda convención arbórea. Más que la raíz de un árbol aquello era su centro, era el árbol mismo, era su extensión infinita. Diana se preguntó cómo era posible la existencia de un ser a la vez tan monstruoso y tan perfecto, pues aún ante la aparente deformidad, su esencia era la de la creación absoluta, quizá él era el único testigo del principio de los tiempos.