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Mostrando entradas de agosto, 2007

nueve

uno encendí una vela en tu nombre esta noche, el fuego alcanza mis pestañas y las lame con suavidad, con su única lengua parpadeante dos esas manos que te cubren el rostro no son las mías, y sin embargo (en mi cuento) un par de caricias se nos escapan tres cada vez que ves que respiro cada vez que respiro cada vez reapareces cuatro me dejaste aquí tirada con los huesos rotos frustrada de movimiento y de lejanía cinco decidí mirarte fijamente decidí pronunciar, para ti, mi nombre decidí conocer tus labios, tu cuerpo, tu alma decidí tomar el corazón que me ofreciste decidí dejarte al día siguiente seis - ¿en dónde estoy? - ¿pues en dónde vas a estar? ¡en tu cama! - ¿es esta mi cama? - sí, ¿qué no la reconoces? - no, nunca la había visto antes (¿crees en el destino y en los maleficios?) siete Al principio creaste mi vientre y mi pecho Dijiste "hágase tu corazón" "háganse tus manos" "hágase tu rostro" "hágase tu voz" hágase tu perdición... ocho una g

Palenque

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Llegamos respirando fuerte, agitados, sudando y frunciendo el ceño por el sol … pero llegamos, y sólo por lo que vimos valió la pena, por sentir el corazón latiendo fuerte en el pecho, por sentir el fresco de la piedra y la sombra, por ver el rostro de los otros junto al nuestro. Saqué de mi alforja un cuaderno y unos colores y decidí capturar alguna imagen de la cima del templo de la cruz. Dos niños se sentaron a observar mi caja de colores mientras yo dibujaba, me pidieron que les regalara un “pénsil” (les di el azul y el morado); Los dos van descalzos y se nota que les gusta… a mi también me gustaría haber andado mi infancia descalza sobre las ruinas, sintiendo la belleza y el dolor entre los dedos.

o r q u i d e a

Mis lágrimas son fáciles. Nadie les enseñó a no regalarse. Y se regalan, porque no tendrían por que hacerlo. Y se saben balancear en perfecta acrobacia con esa ruptura injusta y tres muertes tempranas, varios viajes (lejos), 113 fracasos, un suicidio y un asesinato, un tecolote de guadañá, mariposas muertas dentro del estómago, pesadillas freudianas, huecos porque faltas, recuerdos de pertenencia, palabras sabias, letras perfectas en frases perfectas en historias imperfectas... se equilibran todas juntitas, a veces en un sólo ojo, a veces uno y uno o ambos; en momentos malabarean con los ojos cerrados y se escapan entre las pestañas, otras veces se sostienen extendidas, con los ojos bien abiertos y completamente empañados... y ¿para qué? ¿A quién podrían servirle de alimento estas lágrimas equilibristas que danzan por la cara tan regularmente?, ¿a quién alimentan estas no-tan-dulces-más-bien-saladas lagrimitas? Alimentan a la orquídea que tan bien las representa; la hidratan de triste

Obituario

Ese amor duerme ahora suavemente sobre tus hombros; se acurruca cada vez que cierras los ojos, se pone a soñar cada vez que se te pierde la mirada... Este amor está muerto y nadie lo ha notado ¡Ay soledad! soledad que así decía: ¡regálame un vaso de agua que me muero de sequía!

VIII Congreso internacional de poesia y poetica

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"Amaneceres del husar" (fragmento)

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Del libro "Amaneceres del Husar" de la autoría de Eduardo Casar , cito un fragmento del capítulo "Encuentro con el trolebús" "El trolebús se hizo a la parada. El Husar, al abordaje, afanoso como un elefante equivocado. Pagó. Otra vez. Una vez más. De nuevo. Ahora sintió que algo se traía entre manos: era el boleto. (...) Una viejita le clavó muy hondo su mirada azul. El Husar tuvo que aprovechar la quietud de un alto para extirpársela del ojo donde se le había clavado, muy lente de contacto. La viejita se levantó para cederle el asiento, diciendo algo completamente intraducible (hay que tomar en cuenta la edad de la señora y la ley de Quilis según la cual es el mínimo esfuerzo el que empuja la lengua). --Gracias señora --se defendió el aumentado aceptando agregando: --Ya no hay caballeros. --Ya no --contestó la viejita con un dejo de firme tristeza en la voz y en el gesto otro dejo más o menos igual. --¿Le llevo sus cosas? --correspondió el Husar. -